A menudo oímos o decimos que no existe un manual para padres, lo cual suscribo dada su certeza. Pero ¿existe un manual para hijos? ¿Nos hemos olvidado de cómo fue y sigue siendo nuestro papel como hijos?
Sin darnos cuenta a veces juzgamos duramente a nuestros hijos olvidando lo obvio y es que nosotros también lo hemos sido y/o todavía lo somos.
No es tarea fácil desarrollar ninguno de los dos papeles pues ambos cuentan con ventajas e inconvenientes. Lo que no deberíamos olvidar es que nuestra experiencia como hijos podría ayudarnos, y mucho, para llevar a cabo nuestro papel como progenitores a pesar de los errores que podamos haber cometiendo o estemos cometiendo.
En ocasiones, intentamos ponernos en el lugar de nuestros hijos, pero no tenemos en cuenta hacerlo desde su perspectiva, desde su realidad y tendemos a hacerlo desde nuestro yo.
Lo importante es, en cualquier caso, enmendar los errores que hayamos podido cometer y recurrir a nuestro corazón.
Evidentemente, la tarea se presenta igual de ardua, pero si actuamos con coherencia siendo respetuosos, siendo fieles a nuestros principios de manera tolerante y predicando con el ejemplo, seguramente nuestro índice de éxito será ligeramente superior.
Cierto es que nos embarcamos en el viaje de la paternidad sin saber muy bien a donde nos dirigimos, pero aun así no debemos olvidar que a quienes nos llevamos para que disfruten de ese trayecto con nosotros, tampoco saben cuál es ese destino ni cómo vamos a alcanzarlo.
Así que,
.amemos incondicionalmente,
.seamos los primeros en reconocer nuestros errores y pedir perdón,
.alabemos las cosas bien hechas,
.intentemos dialogar desde la calma,
.seamos respetuosos,
.permitamos la equivocación,
.permanezcamos a su lado dispuestos a ayudar sin recriminaciones,
.expresemos nuestros sentimientos y emociones,
.intentemos no juzgar,
.ayudemos cuando así nos lo pidan y mostrémonos dispuestos a ello con una sonrisa.
Montse Macanàs
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